martes, 20 de septiembre de 2011

Valor caballeros! La batalla ha comenzado!!!!


“Cada vez que el mundo se ve gobernado por el mal, aparecen en la Tierra unos jóvenes dispuestos a defender la Justicia y a proteger a Atenea” Con esta idea empezaba la historia que ha enganchado a millones de personas en todo el mundo. Se ha escrito muchísimo sobre Saint Seiya desde que empezó, y probablemente no os voy a contar nada que no sepáis ya sobre una serie que, sin tener un argumento tan complejo como el de algunas series modernas ni haber contado con el apoyo suficiente en sus primeros años en Europa, ha sido el punto de partida para muchos aficionados al anime. Aquí voy a tratar de explicar un poco por encima cuáles fueron, desde mi punto de vista, las razones por las que esta serie tuvo el éxito que aún conserva, y que se ha mantenido durante más de 20 años (qué vértigo da decirlo). Después de mucho tiempo sin material nuevo hemos visto cómo nuevas sagas surgían, y los aficionados que tanto la habíamos echado de menos podemos disfrutar hoy en día de nuevas historias. Por eso creo que es un buen momento para escribir este artículo. Mi objetivo es que, durante un ratito, podáis ver la serie a través de mis ojos.

Una imagen de los diseños de Araki.



¿Cómo empezó todo? Voy a intentar seguir el orden cronológico, explicando cómo empezó el manga de Kurumada en Japón, aunque la mayoría de nosotros no supimos nada del cómic hasta bien entrada la serie en nuestras pantallas amigas. Pues bien, el autor, Masami Kurumada, ya tenía unas cuantas obras a sus espaldas. Es más, su primer éxito, “Ring Ni Kakero” había sido hasta entonces su principal baza. Gozaba de popularidad gracias a ella y todo apuntaba a que con ella había alcanzado su punto álgido como autor. Pero para su suerte ocurrió algo que pocas personas pueden experimentar. Cuando estaba en lo que el creía que era la cima de su obra, alcanza un éxito mucho mayor. Tal es la relevancia de Saint Seiya que Toei Animation decide dotar de movimiento y sonido a los personajes, con todo lo que eso conlleva. Uno de los grandes nombres que participa en la animación de la serie es Shingo Araki. Él es el que diseñó las armaduras que aparecen en la serie. Si comparáis las del manga con las del anime, veréis que, sobre todo al principio, hay una gran diferencia entre los diseños originales y los de la serie, y que en sucesivas evoluciones se vuelve un poco al estilo que tenían los bocetos de Kurumada. También los personajes fueron ligeramente remodelados, y hasta se añadieron personajes nuevos, muy criticados por no formar parte de la historia original y por tener “fines comerciales”. Sí amigos, aquí experimentamos por primera vez eso que hoy día llamamos “relleno”, y que está presente en cási todas las adaptaciones al anime que se han hecho. He de decir que a mí los personajes extra me gustan, y tiene que ver con lo que estoy explicando aquí, pero todo a su tiempo. El caso es que Toei se toma muy en serio su trabajo, y es uno de los estudios más importantes de Japón. Araki consigue un resultado excelente. Visualmente atrae muchísimo, y además es, para la época, estéticamente algo nuevo. También hay que sumarle a esto una banda sonora de Seiji Yokoyama que, permítanme decirlo, se me ha quedado grabada para siempre y es probablemente una de las partes de la serie que ha tenido menos reconocimiento.

El caso es que, a través de Francia, y tras un breve paso por TVE la serie llegó a la casa que le dió su mayor éxito, Telecinco. Eran tiempos en los dos canales que conocíamos de toda la vida veían cómo su competencia se multiplicaba. La llegada de las nuevas cadenas trajo algo que siempre funciona, ilusión. No sabíamos lo que iba a pasar, y la imaginación se desbordaba. El resultado fue algo que se instaló en nuestras vidas y que el niño que yo era en aquella época vivió con mucha ilusión. Por aquel entonces la cadena filial de la empresa de Silvio Berlusconi buscaba atraer al público. Vendía lo que creía que todos queríamos ver, así que era un desfile de buen rollo por el día y sexo por la noche. Por suerte en España hubo algo más de sensatez, y mamachichos aparte se buscó una complicidad con el espectador que, a pesar de ser comercial (recordemos que una cadena de televisión es siempre una empresa), cumplía su función de hacernos empatizar con lo que veíamos. Tras quedarnos con ganas de más en TVE, la serie había acabado, y no podríamos verla continuar hasta que la cadena de Mediaset comprara los derechos y añadiera la serie a un programa presentado por Miliki y Rita Irasema llamado “Superguay” que hacía las delicias de todos aquellos que por aquel entonces. Tanto Miliki y Rita eran padre e hija, y eran miembros de la familia Aragón, con una gran tradición televisiva y parte de la imagen de la cadena que empezaba su andadura en España. Así que ahí la teníamos otra vez. El doblaje tenía menos actores que personajes, y la historia había sido escrita a retales ya en el manga original, así que algunas cosas parecían un poco improvisadas, pero nos encantaba. Con todo esto creo que ya puedo explicaros definitivamente lo que yo creo que fue el motivo de su éxito hasta ahora.


Paso ahora a explicarles mi visión personal de las razones por las que todos elevamos nuestro cosmos al presenciar las hazañas de nuestros héroes. El diseño innovador nos hizo mirar a la pantalla, impactándonos como hasta entonces pocas cosas lo habían hecho. Los expresivos ojos típicos del anime, el colorido diseño, la excelente animación, las armaduras, las entradas espectaculares, la banda sonora y la acción nos hicieron girar nuestra cabeza hacia la pantalla. La ambientación occidental, con una mitología griega que, si no conocíamos bien, nos sonaba, nos ayudó a que nada nos sonara extraño. La épica de la serie no dejó indiferente a nadie, y, por muy sibaritas que seamos, el héroe que llega en el momento adecuado, con la música adecuada y salva al inocente siempre nos llega a la patata. La historia de Kurumada, con una variedad de personajes hasta ahora nunca vista y unos villanos dotados de una personalidad a la que la ficción occidental no nos tenía acostumbrados nos mantuvo pegados a esa pantalla, y entonces se produjo la magia. Hasta entonces la mayoría de las series habían tenido capítulos autoconclusivos. Normalmente lo que ocurría en un capítulo no influía en los siguientes, y las pocas excepciones que encontrábamos eran precisamente series de anime. Hasta entonces series como Heidi o Marco habían sido las grandes producciones cuyo argumento había gustado a padres y a niños, pero en cuanto a la acción (puesto que de aquella pocos debían conocer el término shōnen) escasos ejemplos se podían contar. Todo lo que ocurría te mantenía en vilo a lo largo de todo el episodio, y justo el momento más interesante se encontraba al final. Así que cuando oíamos la sintonía del final no podíamos esperar a que llegase el día siguiente para poder ver lo que pasaba. Además solía ser la comidilla en el “cole”, y nos pasamos un par de cursos temiendo por la vida de nuestros personajes favoritos.

Por mucho que se esperase de la serie, poco se podían imaginar en Europa que la repercusión de las aventuras de Seiya y sus amigos iba a ser tal. Los países donde más éxito tuvo fueron Italia, España y Francia, siendo ésta última la que le daría el título de “Caballeros del Zodiaco” y la que compondría la sintonía que todos recordamos. Se ha discutido mucho sobre si fue un acierto ponerle ese título, ya que se trataba de evitar la concepción occidental del término que se usaba en Japón, puesto que recordemos que allí se les consideraba “santos”, por ser defensores de una diosa. La idea en realidad es más compleja, pero no voy a hablar de eso aquí. Diré de todas formas que a mí me gusta el título de “Caballeros del Zodiaco” y que el término “armadura” me gusta más que “ropaje”, puesto que eso eran precisamente, armaduras.



En resumen: la historia original fue crucial para el fenómeno que vino después, pero una parte del espíritu de la misma radica precisamente en las aportaciones del equipo que acompaño a Kurumada. Hemos hablado del excepcional trabajo de Shingo Araki en el diseño de personajes, de la banda sonora de Yokoyama, del interés que pusieron en Europa por esta serie y de todos los profesionales que hicieron lo posible por hacernos llegar una historia cargada de emoción. Todos pusieron su granito para darle una identidad a la serie. Se sacó un merchandising que fue muy popular en su época. Sobre todo los muñecos. Eran figuras que tenían la capacidad de perder piezas de la armadura a un ritmo endiablado, y sin embargo gracias a ellas podíamos revivir nuestra serie favorita con nuestros amigos. Cuando nos fuimos haciendo mayores aquello no cambió, y hoy encontramos millones de vídeos, páginas web y homenajes de todo tipo que mantuvieron vivo el espíritu de una serie que a día de hoy sigue vigente. Es un lujo pensar que parte del éxito de la serie descansa en nosotros, los aficionados. A día de hoy en Selecta Visión se está tratando la serie con una seriedad y una profesionalidad increíble, pero también se ve cómo los que a día de hoy toman importantes decisiones sobre su distribución fueron en su día niños como nosotros, que al llegar al colegio comentaban ansiosos si conseguiría Shiryu derrotar a Argol para que sus amigos no quedasen convertidos en piedra.

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